Según mi experiencia, las emociones “lo son todo”. Si alguien se quiere recuperar de un trastorno de ansiedad, una depresión, o cualquier problema de salud mental, las emociones son la clave.
Paul Ekman, psicólogo e investigador, estudió hasta un total de veintiuna culturas literarias y dos culturas preliterarias, que no habían tenido ningún tipo de contacto con el exterior, obteniendo como resultado que aquello que afirmaba Darwin hacía años y que tan poca credibilidad presentaba, era cierto, las emociones básicas y su expresión son innatas.
Las emociones innatas que describía E. Darwin son la alegría, el asco, la ira, el miedo, la sorpresa y la tristeza son compartidas con otros animales y por ello innatas y universales. También hay emociones sociales como la culpa, la envidia,… que son socialmente aprendidas, tal como lo expuso Margaret Mead.
Pensándolo objetivamente, las 6 emociones que se mencionan, en general son algo desagradables, exceptuando la alegría. Me parece que es por ello que la gestión emocional es tan difícil y muchas personas bloquean el acceso a sus emociones para no tener que gestionarlas. La vida que llevamos con mucha activad laboral, vida social, las redes sociales, el ocio, las tareas de casa,.. no nos permiten interiorizar, conectar con nuestro mundo interior, escucharnos y saber qué sentimos en cada momento.
Un bloqueo emocional suele surgir como mecanismo de defensa cuando hemos vivido una situación traumática como el fallecimiento de un familiar, la pérdida de empleo, un accidente o cualquier situación estresante para nosotr@s como puede ser vivir con mal ambiente familiar o estrés laboral. Es más fácil “desconectar” y vivir sin expresar emoción alguna para no tener que afrontar este dolor o problema que vivimos.
Pero hay veces en que no hace falta que sucedan cosas impactantes. Como comentaba en el párrafo anterior, nos metemos tanto en las rutinas que ya no nos ocupamos de cómo nos sentimos, se nos “olvida”, y se convierte en un hábito vivir con el “piloto automático” puesto. Es ahí cuando la vida pasa de largo, no la vivimos y podemos caer en depresión. De hecho, caer en depresión es el riesgo que tomamos cuando no atendemos nuestras emociones.
Hay muchas formas de escapar de las emociones como dormir demasiado, procrastinar, comer compulsivamente, trabajar en exceso, jugar a videojuegos durante mucho tiempo, ver series durante horas, ignorar los problemas, …
Para liberarnos de bloqueos emocionales, el primer paso es darse cuenta de las emociones, son nuestros indicadores que nos dicen como estamos, si estamos bien, si lo que estamos haciendo nos hace sentir bien, si las relaciones que tenemos nos llenan, … De hecho es un diálogo continuo entre lo que pensamos y lo que sentimos.
Aunque suene difícil, lo primero que hay que hacer para salir de ahí es aceptar que tenemos emociones negativas y así como expresamos alegría estando content@s, también podemos llorar de tristeza o gritar si sentimos rabia, por ejemplo. Gestionar emociones no quiere decir reprimirlas. Quiere decir aceptarlas y expresarlas de la manera más asertiva posible.
El segundo paso es darnos cuenta que generalmente nuestros pensamientos son los que nos hacen sentir mal y podemos aprender a cambiar nuestra forma de pensar. Todos realizamos muchos errores cognitivos (p,ej, decir "siempre", "nunca" cuando generalizamos) que podemos aprender a identificar y cambiar.
Para empezar a tener acceso a tus emociones, un buen ejercicio es practicar la meditación, tomar un desayuno desconectad@ de redes o dar un paseo en silencio; lo que llamamos “Mindfulness”, con consciencia plena.
Te animo a que te atrevas a permitirte sentir, incluso sufrir y ver que las emociones nos aportan información sobre nosotr@s mism@s. Tómate tus momentos de desconexión al día, de estar contigo mism@, observa qué pensamientos tienes y cómo te hace sentir pensar una u otra cosa. Nuestras emociones son parte de nosotros y es muy bonito vivirlas plenamente.
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