Por qué ser inteligente puede ser una trampa
Te diagnostican un CI superior a 131 y junto con muchas otras pruebas, de personalidad, creatividad,.. te identifican como persona con altas capacidades intelectuales (AACC). ¿Qué supone esto para ti? Tus padres seguramente también tienen AACC pero no han sido identificados y ahora ponen todas las esperanzas en ti.
Evidentemente también hay casos en que no es así, pero voy a lo que quiero exponer.
A partir de este momento las expectativas que padres y escuela ponen en ti son muy altas. A ti te felicitan y se alegran por ti, pero tu ya vas sintiendo la presión de tener que llevar el nuevo “título” con dignidad. Ahora estás condenado/a a demostrar que esto es así y tienes que tener por lo menos matrículas de honor o excelentes. Encima de tener que ostentar el nuevo “título” lo tienes que hacer con asignaturas o profesores que igual a ti no te interesan para nada. Este es el principio de un infierno que te puede acompañar durante el resto de la vida.
¿Es malo que te diagnostiquen con AACC? No, el problema es lo que el sistema educativo interpreta de ello y lo que una sociedad competitiva que elige para sus empresas a personas con el mejor expediente hace de ello. Alguien que rinde bien académicamente es etiquetado como “el mejor de la clase”, “el coco”,… y se espera que siempre sea así.
Por culpa de esta etiqueta quien más quien menos se hace suya esta ambición y si se junta con una personalidad perfeccionista (característica frecuente en una persona con AACC), lo que se aprende es estudiar para sacar buena nota, por el reconocimiento de los padres o a nivel social, pero se pierde el aprender por el placer de saber, experimentar y entender. Lo que se aprende para sacar buena nota, se olvida. Lo que se aprende por el placer de hacerlo, se queda para siempre.
Por desgracia este modelo de evaluar el rendimiento se aplica a todo, al deporte, a las relaciones sociales, ... y se genera un nivel de competitividad en el que se pierde la persona. Se olvida el mundo emocional, los valores, el estar bien con uno mismo, el disfrutar de las cosas que aprendes. No es de extrañar que a las personas con altas capacidades intelectuales se les tache de “poco empáticas”. Por su propio perfeccionismo y por lo que la sociedad espera de ellas no han tenido otra opción.
Después del bachillerato, llegas a la universidad y las reglas de juego cambian. Hay personas dispuestas a darlo todo porque les gusta la carrera, aunque no tengan AACC y el título que tantos años se ha ostentado, ya no sirve. ¿Qué ha pasado? ¿Has perdido tu inteligencia? No, no has podido desarrollar la capacidad de aprender y de una forma diferente. Estudiar por las ganas y la diversión de aprender.
Como ejemplo, si en primaria nos dijeran que jugásemos con las palabras, haciendo rimas, frases locas, experimentos con el lenguaje, igual la ortografía y la gramática serían más divertidas. O si en vez de decirte “qué bueno eres en matemáticas”, te dijeran “veo que esto ya lo sabes, te apetece ir a por nuevos retos?”, los estudiantes con AACC le verían un sentido a lo que estudian, dejarían de tener la presión de tener que ir a por la nota y desarrollarían la capacidad de disfrutar aprendiendo, estando motivados. No se trata de sacar buenas notas para demostrar tu inteligencia, sino de aprender cosas y pensar en ellas de forma atractiva. Los profesores tendrían que valorar el progreso de aprendizaje y no la nota de un examen. La llegada a la universidad no supondría un problema, sería un reto más que afrontarías con ilusión.
He puesto como ejemplo la universidad, pero también puede ser el mundo laboral o cualquier entorno que sea diferente o que requiera una adaptación.
De igual forma que la inteligencia no es garantía de un buen aprendizaje, las personas que se creen hábiles en algo, p.ej. química o música, creen que lo harán bien porque tienen talento, lo que hará que estudien de forma superficial confiando en que les saldrá bien. No elaboran estrategias para ayudarse a sí mismos a profundizar y aprender, por lo que a la hora de realizar un examen y fallar, ese resultado va directo contra su autoestima poniendo en duda el talento que creen tener.
Este es otro problema, a parte de la presión que supone tener que estudiar para un examen, hacer un fallo parece intolerable. Y así se crean personas con una tolerancia a la frustración muy baja. Han aprendido que saberlo todo y tener razón es muy importante para su valía y autoestima, cuando la realidad es diferente. Hacer un error es una gran oportunidad para aprender y mejorar, pero a las personas que se les ha dicho que son muy inteligentes o tienen talento, esto les parece intolerable.
Si, es verdad que a las personas con AACC se les da fácil aprender, pero, ¿se usa para demostrar el nivel de inteligencia o para aprender y mejorar? Ahí está la diferencia y por eso la inteligencia puede ser una trampa en contra del aprendizaje y de la persona. Antes que ser inteligente o tener talento en algo se es persona y esto a veces se olvida.
Comments