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Cristina Surroca

Vivir con tristeza



Cuando nos sentimos tristes por lo general sufrimos. Disminuye nuestra energía, estamos más apagados, pensativos, ausentes y nos cuesta realizar las tareas del día a día. A algunas personas les afecta mucho, se llenan de emoción, lo viven intensamente y en estos momentos creen que no lo van a superar nunca. Toda su existencia se vuelve triste.


No estamos hablando de depresión, hablamos de tristeza, una emoción como cualquier otra. Cuando estamos tristes, surge una falta de serotonina y noradrenalina en nuestro cerebro, algunas de las hormonas implicadas en nuestro estado de ánimo y nuestra felicidad.

Estos datos nos pueden servir para entender por qué nos apetecen alimentos que actúan de estimulantes como el chocolate o la pizza. La energía que aportan facilita la producción de serotonina de alimentos que llevan triptófano, el precursor de la serotonina, como los alimentos ricos en ácidos grasos, Omega-3; las nueces, el queso, el pescado o la carne magra.


Lo que nos interesa es saber que la tristeza surge para protegernos y evitar que las cosas que nos pasan afecten nuestra salud. Este descenso de actividad que describo al principio tiene su utilidad. Es para que podamos frenar nuestra actividad y dedicarnos a “reparar” lo que nos ha hecho daño. Puede ser el fallecimiento de un familiar, la situación complicada que vive una amiga, una discusión con un amigo, la pérdida de empleo,… la vida está llena de obstáculos a superar. Son parte de nuestro aprendizaje y de nuestro desarrollo como persona.


Alternamos momentos felices con momentos de tristeza, rabia o miedo. Cada una de ellas tiene su razón de ser, como bien se explicaba en la película Inside Out (2015).


Aunque no nos parezca, la tristeza es nuestra gran aliada. Nos permite:

  • Hacer introspección, conectar con nuestra esencia

  • Mejorar la memoria, al retener mejor lo que sucede a nuestro alrededor

  • Analizar las situaciones de forma realista

  • Poner un momento de paz en tu vida

  • Encontrar un punto de partida para cambiar, mejorar, evolucionar


¿Y qué hacemos cuando estamos tristes? En primer lugar aceptarlo, por mucho que empieces a trabajar y a hacer cosas, si no resuelves lo que hay de fondo, esta tristeza va a volver. Está claro, que no podemos quedarnos en casa y dejar de trabajar para dedicarle tiempo a la tristeza, y muchas veces trabajar o hacer cosas ayuda en parte a superarlo, pero si antes has atendido lo que te pide la tristeza.


Si te pide llorar, llora. Llorar nos permite liberar nuestras emociones y a desahogarnos, por lo que tiene un efecto calmante. Hay otras formas de expresar nuestra tristeza, podemos hablar con alguien, hacer alguna actividad creativa, o cualquier cosa que sintamos que nos haría sentir mejor. Si es no hacer nada, no hagas nada.


Cuando te haces cargo de tu tristeza, estás poniendo un punto de partida para sentirte mejor, recuperar tu vida de forma renovada.

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